No se porque esta semana todo el mundo parece empeñado en tocarme las pelotas.
Tal vez sea culpa de los walmart del mundo y su deseo de meternos en periodo navideño cuando muchos aún seguimos fantaseando con la playa, la cerveza fría y aquellas chicas de la toalla de al lado. Y eso que con la nieve, la niebla y el puñetero despertador se hace ardua la tarea de concentrarme en esa realidad alternativa que frecuento de vez en cuando.
Como iba diciendo, no estoy realmente seguro de quien tiene la culpa, de hecho lo único que sé a ciencia cierta es que todos los mamones a este lado del Hemisferio parecen despertar de su letargo y con sus cuchillos recién afilados saltan al abordaje del primer tipo despistado con pinta de acabar de levantarse de una merecida siesta; ese suelo ser yo.
Un ejemplo, vas a trabajar con ese ánimo que te caracteriza después de una buena noche de sueño (seis puñeteras horas si hay suerte) y antes de poder quitarte tu sombrero de vaquero favorito, te asalta cualquier pirata de baratillo con sus problemas circunstanciales y sus ganas de machacarte la oreja.
«Creo que Nancy ya no me quiere, en serio, la última vez que quise acercarme a ella con buenas intenciones (y ya sabes a lo que me refiero) ella me rechazo mientras se comía un donut, ¡un jodido donut!»
Cierras los ojos mientras el asco pugna por salir de tu cerebro y en tu interior prometes no volver a probar los donuts.
Justo cuando acabas de librarte del susodicho y sus lastimeros sollozos se te ocurre la brillante idea de abrir el correo para encontrar esperándote quince mensajes de gente intentando pasarte sus problemas y convertirlos en los tuyos.
Evidentemente los desastres ocurren y tu dedo resbala accidentalmente quince veces en la tecla supr, justo una vez por cada mail. ¡Qué le vamos a hacer! el servidor de correo funciona últimamente terriblemente mal …
De pronto suena el movil, (¿quién demontres habrá inventado ese jodido atrapasueños de plástico?) y miras anonado el número de uno de los sujetos cuyo mail accidentalmente nunca te llegó.
Resignado le das al puñetero botón verde y te pasas la media hora siguiente contestando con monosílabos en un vano intento de acortar la conversación sobre la maravillosa barbacoa que piensa celebrar el sábado y, de la que por supuesto:
«… no podrás librarte esta vez, no aceptaré ninguna excusa, salvo que estemos en medio de una invasión alienígena …».
Cuando cuelgas te sientes cansado y te encuentras calculando las posibilidades de que seas abducido por una raza extraterrestre.
Afortunadamente a los diez minutos de empezar la conversación desconectaste tu cerebro y te pusiste a tararear interiormente una canción:
It was nineteen eighty nine
My thoughts were short
My hair was long
Caught somewhere Between a boy and man
She was seventeen
And she was far from in between
It was summertime in northern michigan
Se que después de esto ustedes pensarán que abordo la vida con un peculiar sentido de la teatralidad. No creo que sea así en el fondo, más bien, no soporto a la gente en general y a los estúpidos en particular.
Por eso cuando inopinadamente se suceden semanas como la actual, el golpe (más por inesperado que por otra cosa) es descargado con una violencia liberadora arrasando casi todo a su paso.
Lamentablemente estoy en mitad de un cruce de caminos …
Creo que lo mejor que puedo hacer, por lo menos de momento, es seguir tarareando aquella canción y volar hasta aquel lago en el 89 donde los amigos no envejecen, el whisky es del bueno y los amores de verano flotan para siempre.
And we were trying different things
And we were smoking funny things
Making love out by the lake
To our favorite song
Sipping whiskey out the bottle
Not thinking about tomorrow
Singing sweet home alabama all summer long
Singing sweet home alabama all summer long